El inicio de mayo marca el comienzo de una temporada desafiante para la calidad del aire y la circulación vehicular en Santiago, exigiendo medidas urgentes para proteger la salud de sus habitantes y mejorar la movilidad urbana.
El smog, esa densa capa de contaminación que cubre los cielos de Santiago durante los meses más fríos, es una preocupación constante para los residentes de la ciudad. Como resultado de su ubicación geográfica y la topografía circundante, Santiago se encuentra atrapado entre cordones montañosos que dificultan la circulación del aire, creando un fenómeno conocido coloquialmente como “el hoyo”.
En respuesta a esta situación, el Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica de Santiago ha implementado el Sistema de Gestión de Episodios Críticos (GEC), diseñado para abordar los momentos de mayor riesgo para la salud pública. Este sistema incluye un calendario de restricción vehicular que afecta a una variedad de vehículos, desde motocicletas hasta camiones, y aplica restricciones adicionales durante días de preemergencia o emergencia ambiental.
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Durante los meses de mayo a agosto, los autos sin sello verde, camiones y buses, así como los autos catalíticos registrados antes de septiembre de 2011, tienen prohibido circular en ciertas áreas y horarios de la ciudad. Esta medida busca reducir las emisiones de contaminantes atmosféricos y mitigar los efectos nocivos del smog en la salud de las personas.
Además de las restricciones de circulación, el calendario del GEC establece días fijos en los que los autos con sello verde no pueden circular, simplificando la planificación de la movilidad urbana para los residentes.
Sin embargo, estas medidas no están exentas de desafíos y controversias. Las restricciones de tráfico pueden afectar la vida diaria de los habitantes de Santiago y generar dificultades logísticas, especialmente para aquellos que dependen del transporte privado para sus desplazamientos.
En última instancia, el desafío del smog en Santiago requiere un enfoque integral que combine medidas regulatorias efectivas con iniciativas de transporte público más sostenibles y el fomento de medios de transporte alternativos. Solo así podremos respirar un aire más limpio y garantizar una movilidad urbana más saludable para todos los residentes de la capital chilena.
Fuente: La Tercera