En 2018, el Foro Internacional de Transporte (ITF) de la OCDE publicó el informe Cycling Summary, donde se recomendaba cambiar el enfoque en el estudio de la bicicleta, sugiriendo no solo concentrarse en los accidentes graves, sino también en los conflictos menores que afectan a los ciclistas a diario. Esta recomendación cobra especial relevancia en ciudades como Santiago, donde el uso de la bicicleta ha crecido significativamente en los últimos años.
Rodrigo Mora, urbanista y académico de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile, junto a sus colegas Geraldine Hermann y Tomás Cox, llevó a cabo el estudio Los ciclos y sus conflictos con otros modos de transporte: un análisis en calles de Santiago. Este estudio se centró en identificar las complicaciones y dificultades que enfrentan los ciclistas en la capital chilena, destacando que el temor a andar en bicicleta debido a los frecuentes conflictos menores es una barrera significativa para su adopción masiva.
La investigación incluyó una encuesta a 577 ciclistas, donde se reveló que el 53% de ellos experimenta conflictos frecuentes o muy frecuentes con automóviles particulares. Los taxis ocupan el segundo lugar con un 44%, seguidos por motocicletas y buses con un 26%, y finalmente los scooters eléctricos con un 7,6%.
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Además de las encuestas, el equipo realizó un estudio observacional en seis calles de Providencia, grabando 180 horas de video entre julio y septiembre de 2023. Este enfoque permitió registrar no solo los conflictos, sino también detalles sobre la conducta de los usuarios de ciclos, incluyendo si escuchaban música, usaban luces, cascos, o si conducían con una o ambas manos.
De las 5.437 personas observadas, el 82,4% utilizaba bicicletas convencionales, mientras que el 9,5% usaba scooters eléctricos. La mayoría de los conflictos (60%) correspondieron a problemas de paso, donde ciclistas y automovilistas deben “negociar” quién pasa primero, lo que generalmente se resuelve de manera pacífica.
El estudio de Mora y su equipo pone en evidencia la necesidad de considerar los conflictos menores en el diseño y la política de transporte urbano. Estos conflictos, aunque no sean graves, contribuyen al estrés y la inseguridad percibida por los ciclistas, lo que a su vez desalienta el uso de la bicicleta como medio de transporte.
Es fundamental que las autoridades y los planificadores urbanos tomen en cuenta estos hallazgos para mejorar la infraestructura ciclista y fomentar una convivencia más armoniosa en las calles de Santiago. Implementar medidas como carriles exclusivos para bicicletas, mejorar la señalización y educar tanto a ciclistas como a automovilistas sobre la importancia del respeto mutuo puede hacer una gran diferencia. La bicicleta no solo es un medio de transporte eficiente y sostenible, sino también una herramienta vital en la lucha contra el cambio climático y la congestión urbana. Es hora de darle el lugar que merece en nuestras ciudades.
Fuente: LT