Electromovilidad: clave para transformar el transporte de carga en un modelo sostenible
Frente al creciente impacto del cambio climático, la electromovilidad se posiciona como una de las estrategias más relevantes para descarbonizar el sector transporte, particularmente en el caso del transporte de carga por carretera, una de las fuentes más importantes de emisiones a nivel global.
Según la Agencia Internacional de Energía, al cierre de 2024 ya circulaban más de 61 millones de vehículos eléctricos en el mundo. La tendencia continúa en ascenso: se proyecta que en 2030 las ventas anuales alcancen los 44 millones de unidades, reflejando el giro estructural que enfrenta la industria automotriz y logística.
Chile: liderazgo regional con grandes desafíos
En el caso de Chile, el transporte consume el 35% de la energía total del país, en su mayoría proveniente de combustibles fósiles importados. Particularmente, el transporte de carga representa un 22,6% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), consolidándose como un sector clave en la lucha contra el calentamiento global.
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Si bien Chile ha dado pasos importantes para liderar la transición en Latinoamérica —especialmente en la incorporación de camiones eléctricos en flotas de transporte pesado—, el país aún enfrenta obstáculos importantes:
- Altos costos de inversión inicial en vehículos eléctricos
- Autonomía limitada para cubrir rutas extensas
- Infraestructura de carga insuficiente y centralizada, principalmente en la Región Metropolitana
- Ausencia de una estrategia clara para la gestión de residuos de baterías
Hacia una transformación estructural
Expertos coinciden en que esta transición requiere una visión de largo plazo, respaldada por políticas públicas integrales, inversión sostenida en infraestructura y una articulación efectiva entre el Estado, el sector privado y la academia. Iniciativas como el Acuerdo por la Electromovilidad son ejemplo del tipo de cooperación multisectorial que debe fortalecerse.
Además, la innovación tecnológica y el desarrollo de capital humano especializado en transporte sostenible y logística avanzada serán clave para superar barreras técnicas, como la mejora en la densidad energética de las baterías y la expansión de redes de carga rápida en zonas industriales y regiones extremas.
Más que un cambio de motor, la electromovilidad representa una transformación estructural hacia un modelo de transporte bajo en emisiones, más eficiente, inteligente y conectado, que puede potenciar un desarrollo territorial equilibrado y resiliente frente a la crisis climática.