Inseguridad y escasez de conductores: los grandes desafíos del transporte terrestre de carga en Chile
Santiago, 24 de julio de 2025 — El transporte terrestre de carga atraviesa una etapa crítica en Chile, marcado por dos desafíos principales: la creciente inseguridad en las rutas y la alarmante escasez de conductores capacitados. Ambos factores amenazan el desarrollo y sostenibilidad de un sector esencial para la economía nacional.
La industria, clave para el abastecimiento y la logística del país, enfrenta un contexto complejo en el que la violencia en zonas como la Macrozona Sur y la pérdida de relevo generacional en el oficio de conductor configuran un panorama preocupante.
Inseguridad en las rutas: una preocupación constante
La violencia contra camiones y transportistas ha sido una constante durante los últimos años, especialmente en la Macrozona Sur. De acuerdo con la Confederación Nacional de Dueños de Camiones de Chile (CNDC), desde 1998 se han registrado cerca de 2.000 camiones incendiados, una tendencia que se intensificó desde 2019.
Aunque durante la Cuenta Pública del 1 de junio de 2025 el presidente Gabriel Boric destacó una reducción significativa de los hechos de violencia —con un 60% menos de ataques incendiarios y una baja del 82% en inmuebles incendiados— el gremio aún se mantiene en alerta. El ataque del 20 de abril, que dejó 50 maquinarias destruidas en la Central Hidroeléctrica Rucalhue (Santa Bárbara, región del Biobío), es un claro ejemplo del nivel de riesgo al que se exponen los transportistas.
José Villagrán, presidente de la Federación de Transportistas de Carga del Sur (Fedesur), graficó la situación con crudeza:
“La seguridad en carretera es nula. Cuando salimos a trabajar, no sabemos si vamos a volver, o si lo haremos con o sin camión.”
Los robos de carga y vehículos también afectan especialmente a las pequeñas y medianas empresas del rubro. Daniel Fernández, gerente general de Transportes MR, explicó que para los pequeños empresarios un siniestro puede ser devastador.
“No tenemos seguridad en las rutas. Un robo implica dar marcha atrás en todo lo avanzado.”
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Faltan 10 mil conductores: una crisis silenciosa
Paralelamente, la industria enfrenta un déficit importante de choferes. Según estimaciones de la CNDC, faltarían cerca de 10.000 conductores para cubrir las necesidades actuales del sector. Esta escasez responde a una combinación de factores: la falta de relevo generacional, el rechazo a condiciones laborales riesgosas y el desafío de adaptarse a tecnologías cada vez más avanzadas.
José Miguel Gelvez, gerente general de Transportes Nazar, señaló que el antiguo modelo de tradición familiar en el oficio se ha quebrado:
“Los hijos de los conductores ya no quieren seguir el oficio; quieren estudiar y buscar otras opciones. Ese semillero ya no existe.”
Además, Gelvez advirtió que existe una brecha entre los avances tecnológicos de los camiones y las competencias de los conductores disponibles:
“Hay una diferencia importante entre lo que puede hacer un camión hoy y lo que puede operar un conductor promedio.”
El miedo también aleja a potenciales nuevos trabajadores. Según Villagrán, el 30% de los puestos de conducción en el sector está vacante.
“Antes, ser camionero era una tradición familiar. Hoy nadie quiere entrar a una actividad tan peligrosa.”
Javiera Labbé, gerente de personas de Transportes Labbé, destacó el impacto psicológico y emocional de esta inseguridad:
“Es un estrés extra. Afecta su calidad de vida, su estado de ánimo, su forma de trabajar. No pueden viajar tranquilos.”
Una crisis estructural que requiere respuestas urgentes
Los líderes del sector coinciden en que se necesitan acciones coordinadas entre el gobierno, las autoridades de seguridad y las empresas para enfrentar estos desafíos. La inseguridad en las rutas y la falta de conductores no son problemas aislados, sino dos caras de una crisis estructural que pone en jaque el funcionamiento de una industria estratégica.
Además de reforzar la seguridad, se requieren políticas públicas que promuevan la capacitación de nuevos conductores y que modernicen las condiciones laborales del sector. El futuro del transporte de carga en Chile —y por ende, de parte importante de la economía nacional— depende de ello.