El tráfico aéreo está aumentando las emisiones desde antes de la pandemia de COVID-19, con casi el 6% a los gases de efecto invernadero del planeta en 2019. Un año después, debido a los vuelos cancelados, esa cifra se redujo en un 43%, y en 2022, en un 37% menos.
Pero el tráfico aéreo ha ido en constante aumento desde el fin de las restricciones, al igual que las emisiones, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo.
Las emisiones de CO2 provocan alrededor de un tercio del efecto invernadero en el tráfico aéreo, dos tercios a causa de los llamados efectos distintos del CO2 y las estelas de los aviones, que son las que más contribuyen al calentamiento global.
¿Qué hace que el tráfico aéreo produzca emisiones?
Las estelas, esas nubes blancas y angostas que forman los aviones a su paso en el cielo, se originan cuando se quema el combustible de los aviones, el queroseno.
Las estelas atrapan el calor en la atmósfera, al igual que en un invernadero, amplificando en gran medida el impacto de los vuelos en el clima global. Estudios recientes demostraron que las estelas son alrededor de 1,7 veces más perjudiciales para el medio ambiente que las emisiones de CO2.
Pero, las estelas se pueden evitar, usando datos satelitales. Los planificadores de vuelos pueden optimizar las rutas de las aeronaves para evitar patrones climáticos que favorezcan la formación de estelas, por ejemplo, si los aviones vuelan entre 500 y 1.000 metros más bajo de lo que lo hacen ahora.
“No se requiere mucho esfuerzo para llevar a cabo estos cambios”, dijo Markus Fischer, director de división del Centro Aeroespacial Alemán (DLR, por sus siglas en alemán), y agregó que supondría “entre un 1% y un 5% más de combustible y tiempo de vuelo, pero eso daría como resultado una reducción del 30 al 80% en el efecto de calentamiento causado por factores distintos al CO2”.
La Unión Europea tiene como objetivo incluir estos efectos climáticos distintos del CO2 en los futuros acuerdos europeos comerciales de emisiones. Las aerolíneas deberán comenzar a reportarlos a partir de 2025, según un acuerdo preliminar en el Parlamento Europeo.
Queroseno sostenible para evitar las emisiones por tráfico aéreo
Quemar queroseno derivado del petróleo produce mucho CO2, y, en altitudes elevadas, incluso otros gases de efecto invernadero, como el ozono.
El queroseno sostenible se puede producir de manera climáticamente neutral utilizando electricidad verde, agua y CO2 extraídos del aire. El problema es que, para que sea rentable, debe fabricarse con mucha energía solar y eólica, y, hasta ahora, no hay suficiente energía renovable de ese tipo.
¿Podrían los aviones funcionar con aceite de cocina?
Otra opción para los aviones es repostar bioqueroseno, a partir de colza, semillas de jatrofa o aceite de cocina usado. Ya existen plantas de producción a pequeña escala. Sin embargo, los productores tendrían que ampliar en gran medida la capacidad para satisfacer la demanda, pero hay escasez de tierra cultivable.
Según una propuesta de la Comisión Europea, los biocombustibles y el queroseno sintético deberían sumarse al con el queroseno fósil convencional a partir de 2025. La proporción de biocombustibles en la mezcla debería aumentar en un 2 % anual hasta el 63 % para 2050. El Parlamento Europeo ha fijado la meta del 85% para mediados de siglo.
Vuelos de corta distancia con baterías
Los vuelos podrían evitar la producción de emisiones directas o estelas utilizando motores eléctricos y baterías, pero las baterías, por ejemplo, son demasiado pesadas y no cuentan con suficiente capacidad de almacenamiento.
El fabricante israelí Eviation Aircraft, por ejemplo, está construyendo un avión totalmente eléctrico para 9 personas, y Noruega planea su primer servicio de vuelo eléctrico para 16 personas a partir de 2026.
Los aviones de hidrógeno, prometedores
Otra opción son los aviones más pequeños que funcionan con hidrógeno. El fabricante europeo Airbus planea lanzar un avión de pasajeros propulsado por hidrógeno en 2035. Pero estos plantean algunos retos: el gas solo se vuelve líquido a menos 253 grados Celsius y debe almacenarse a alta presión en tanques especiales.
Incluso en los escenarios más optimistas, los viajes aéreos no estarán completamente libres de emisiones para 2050.
Los expertos creen que si la industria implementa planes de reestructuración ambiciosos, reemplazando completamente el combustible para aviones estándar con hidrógeno verde y queroseno electrónico, y desviando a los aviones para evitar estelas, eso podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 90 %.
Sin embargo, un estudio reciente en la revista científica Nature señaló que, incluso el paso por completo al bioqueroseno resultaría en un efecto negativo residual en el clima.
Por lo tanto, evitar todos los vuelos, excepto los necesarios, y dar preferencia a los modos de transporte neutrales con el clima sigue siendo clave, según la UBA, la Agencia Ambiental de Alemania.
Fuente: Bbcl
Imagen: BBVA Openmind
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