A pesar de que la pandemia del Covid-19 ha sido medianamente superada, el comercio marítimo mundial enfrenta desafíos críticos que podrían afectar gravemente la economía global. Las guerras en Ucrania y Gaza, el enfrentamiento entre China y EE.UU., y la interrupción de las principales vías fluviales debido al cambio climático han creado una tormenta perfecta de problemas. Bloomberg ha identificado seis “puntos de estrangulamiento” que son esenciales para el comercio marítimo, pero que actualmente están bajo amenaza.
El estrecho de Bab el-Mandeb, una vía de 18 millas de ancho, es vital para el comercio mundial, especialmente hacia y desde el Canal de Suez. Más del 15% del comercio marítimo global pasa por este tramo. Sin embargo, los recientes ataques de los hutíes, respaldados por Irán, han obligado a muchas navieras a desviar sus rutas alrededor de África, añadiendo casi 6.000 millas a sus viajes y aumentando considerablemente el tiempo y el costo del transporte.
El estrecho de Malaca, que conecta el océano Índico con el Pacífico, es uno de los puntos de estrangulamiento más importantes del mundo. Con aproximadamente 94.000 buques transitando cada año, esta vía es crucial para el suministro de petróleo, gas natural y otros bienes hacia China y las grandes economías asiáticas. Sin embargo, la congestión, el riesgo de colisiones y la amenaza de piratería complican la navegación. Además, la actividad volcánica en la región podría obligar a desviar rutas, incrementando aún más los riesgos.
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El estrecho de Ormuz es otro punto crítico, donde las tensiones geopolíticas podrían disparar el precio del petróleo. Irán ha amenazado repetidamente con cerrar este estrecho vital, por donde pasa una parte significativa del suministro mundial de petróleo. Aunque es improbable que Irán tome una medida tan extrema, los ataques a la marina mercante y los secuestros de buques continúan siendo una preocupación constante.
El 45% de las exportaciones rusas de petróleo por vía marítima pasan cerca de la costa de Dinamarca. Las aguas aquí son traicioneras, especialmente en mal tiempo, y la utilización de una flota de tanqueros en la sombra por parte de Rusia ha aumentado el riesgo de accidentes. Estos buques, a menudo antiguos y con dudosos registros de seguridad, navegan sin la ayuda de pilotos locales, generando alarma entre los ecologistas y las autoridades marítimas danesas.
Rusia también depende de los estrechos turcos del Bósforo y Dardanelos para el transporte de petróleo y otras cargas. El gobierno turco insiste en que los buques que atraviesan estos estrechos presenten pruebas claras de seguro, y cualquier incidente grave podría llevar al cierre inmediato de estas rutas, afectando drásticamente el comercio mundial.
El Canal de Panamá, crucial para el tránsito entre los océanos Atlántico y Pacífico, se enfrenta a una reducción de los niveles de agua del lago Gatún debido al cambio climático. La disminución del agua ha llevado a restricciones en el número de buques que pueden pasar, afectando el flujo del comercio. Aunque se espera que las condiciones mejoren con el fenómeno de La Niña, el problema subraya la vulnerabilidad de esta vital arteria comercial.
Estos puntos de estrangulamiento no solo representan desafíos logísticos, sino también amenazas significativas para la estabilidad económica global. La necesidad de soluciones y estrategias efectivas para mitigar estos riesgos es más urgente que nunca. Los gobiernos y las industrias deben trabajar juntos para asegurar la resiliencia y sostenibilidad del comercio marítimo, garantizando así que la economía mundial pueda superar estos obstáculos y continuar su crecimiento.
Fuente: Mundo Marítimo